Vuelta al cole, no tan lejos de casa

Después de un periodo de vacaciones, la vuelta al cole es dura. Hay que volver a pensar en horarios, madrugones, etc. Si a esto se le añade una nueva ciudad, con caras nuevas, (casi) nuevo idioma y un viaje al corazón de los Schwäbische Alpen -estoy empezando a pensar que soy irremediable, no puedo quedarme quieta- resultan unas dos primeras semanas frenéticas. No obstante, todo se hace más llevadero cuando uno se encuentra en un lugar como Tübingen. 

El otro día iba caminando por la calle y me encontré con una pequeña señal en un árbol que me hizo sentir como en casa. ¡El Camino de Santiago pasa por Tübingen!

Aunque no empiezo las clases hasta el día 15 de octubre, me vino mucho antes porque necesito darle un empujón al idioma con un super-curso de alemán. El primer día estuvo dedicado a trámites administrativos. Nos dividieron en europeos y no europeos y nos acompañaron para hacer todo lo necesario: inscribirse en el Ayuntamiento, para lo cual hacía falta un certificado de seguro médico que tuvimos que recoger en otras oficinas, la tarjeta para comer en el comedor, etc. 

En teoría, también tendríamos que haber abierto una cuenta bancaria, pero resulta que, por alguna curiosa norma o algún curioso modo de proceder, no se podían abrir más de 15 en un mismo día -o al menos, eso es lo que yo entendí pero, a juzgar por las muecas de la profesora, esta es una de las razones menos estrambóticas que se podrían encontrar. De modo que me quedé sin cuenta y fui unos días más tarde, de solitaria aventura. La señora me explicó muy amablemente, como si yo fuera tonta -al contrario de lo habitual, en esto consiste muy amablemente- algunas cosas, luego me hizo firmar unos papeles (Unterschreiben bitte), me explicó otras cosas (bla bla kostenlos, es decir, gratis, bla bla) y finalmente salí de Kreisparkasse con una carpetita que contenía un tochazo de papeles entre los que se subrayado con rotulador naranja aparece mi número de cuenta. Elegí Kreisparkasse porque, aunque los pocos estudiantes alemanes con los que hablé prefieren el Deutsche Bank, las ventajas de este último radican en que se encuentra fácilmente en oros países, en comparación con la Caja -sí, en Alemania aún existen- que crece como las setas en otoño en cualquier rincón de Baden-Württemberg (la región en donde se encuentra Tübingen). Tras una discusión muy intelecutal entre uno que argumentaba que la Kreisparkasse era demasiado tradicional, mientras que otro decía que era muy práctica para un erasmus, me quedé con la ligera sensación de que el último caso se aplicaba más a mi situación. 

Para la tarde -es decir, las 14:00 h- se reservaron la matriculación pero, como como mi estilo es rizar el rizo y, si no lo hago yo misma, se encarga de ello la ley de Murphy, en el Servicio de Admisiones de la Universidad se olvidaron de mí y no pude hacerla ese día. Además, como el encargado no volvía de vacaciones hasta la semana siguiente -que ahora es la semana pasada- no me quedó otra que esperar a que el tiempo siguiera su lento curso.

Con tanto papeleo, idas, firmas, enidas, palabras extrañas y demás, empecé a estresarme un poco. Como remedio, el pobre estudiante de medicina alemán -que aún no conozco en person, pero lo haré pronto- al cual le tocó ser mi "tutor" en el programa de bienvenida de erasmus de la facultad, me recomendó la canción que le pone banda sonora a la entrada de hoy. 

Curso de alemán sobre la marcha en Stuttgart

Existe la creencia general de que el alemán es un idioma complicado, aunque yo creo que el problema reside en que hay que verlo desde el punto de vista de los alemanes. Lo que sí es cierto acerca de ellos es que son muy pragmáticos, y esto se refleja en su forma de hablar. Hoy voy a demostrar que saber unas palabras básicas es suficiente para manejarse en una ciudad como Stuttgart.

Taxi y hotel. Empezamos por cosas básicas. Generalmente las palabras que se parecen en inglés y en castellano también son similares en alemán. Así fue como llegué yo ayer al hotel pasada la medianoche, después de que el vuelo de Santiago se retrasara, saliera a toda prisa del avión temiendo perder el de Stuttgart y finalmente este se retrasara una hora. Como en el hotel hablan inglés, no existe ningún problema a la hora de desayunar -y si la opción del inglés no es suficiente, una zona de buffet con un cartel a la entrada que pone "6:30 - 10:30 a.m." suele indicar que hay que desayunar sin medida.

Bahn: una palabra polivalente. Siginifica "tranvía" si se le añade una U (U-Bahn), "metro" si se le añade una S (S-Bahn) y tren si se deja tal como está. Yo cogí el U-Bahn desde el hotel hasta el centro para hacer un poco de turismo por la ciudad. La estación central, donde se puede coger cualquier tipo de Bahn, tiene una gran torre que, además de un curioso reloj -como era de esperar de una estación de tren- también ostenta una gran estrella de mercedes -como era previsible de una ciudad alemana que, además, tiene un gran tradición automovilística, ya que firmas como Chrysler o Porsche tienen aquí su sede. Nada más salir de la estación se encuentra una oficina turística, así que no tardé en hacerme con un mapa en el que, además, ya aparecía un recorrido a pie marcado, y echar a caminar cámara en mano.

Wurst. Las wurst son las típicas salchichas alemanas gruesas. En los puestos de comida rápida -no puedo decir si en los restaurantes de lujo las sirven también, porque no he estado en ninguno- sirven Currywurst que, como su propio nombre indica, es una salchicha con curry. Es un plato tradicional que hay que probar y, además, elimina esa incómoda necesidad de comer tres veces al día. Después de una Currywurst te quedas tan lleno que no se te despierta el hambre en días. En un sitio llamado Brunnenwirt se dice que sirven el mejor Currywurst de Stuttgart, pero yo no lo pude comprobar porque cierran la cocina a las 15:00 y mis horarios españoles de comidas no despertaron mi instinto básico de supervivencia hasta media hora más tarde. El establecimiento está situado en el número 25 de Leonhardsplatze, lo que me lleva al siguiente capítulo. 

Strasse (calle) y Platz (plaza). He aquí una lección importante: los nombres de las calles terminan en -strasse y los nombres de las plazas terminan en -platze. Así, si se está buscando el número 25 de Leonhardsplatz hay que tener cuidado y confundirlo con el número 25 de Leonhardstrasse. Os lo dice una que vio que el mapa turístico daba un rodeo y, dejándose llevar por las tripas que pedían comida en lugar de por la cabeza que pedía no hacer locuras en una ciudad desconocida, decidió acortar por Leonhardstrasse y se encontró en una versión del Barrio Rojo a la Stuttgartiana -en este caso, en vez de escaparates había discretas fotografías a los lados de las puertas. 



Sin embargo, si hemos llegado hasta aquí desde la estación de trenes, quiere decir que nos hemos cruzado la zona vieja de Stuttgart casi de punta a punta: Königstrasse, la calle central del casco viejo, de 2 km de largo; la ópera, que es el edificio que aparece en la foto; la Kunstgebäude (Casa del arte), de la que solo se ve una gran cúpula detrás de un muro cubierto de hiedra; el Neues Schloss (el Palacio nuevo), la que fue la residencia de los reyes de Württemberg; los jardines que separan estos tres edificios, con un lago que hasta tiene nombre propio -y que también aparece en la foto-; Schlossplatz (la Plaza del palacio), una agradable plaza con con una columna en el medio con la diosa Concordia en lo alto; Altes Schloss (el Palacio viejo) que en comparación con el otro no parece un palacio, aunque se le reconoce el mérito por su buen estado tras 11 siglos en pie... 

Tantas cosas que casi me olvido de coger el tren. Ahora me queda llegar sana y salva al piso donde me voy a quedar -de momento, puedo decir casi con total seguridad que no me he confundido de tren. Solo tengo que conseguir no confundirme de parada

Danke (gracias) y bitte (por favor). Por último, una lección de ciudadanía; no quiero que los españoles nos ganemos la fama de maleducados por mi culpa. Estas dos palabras se cuelan en prácticamente cualquier conversación, por ejemplo: danke por vuestra visita y bitte, en serio, apuntaos a clases de alemán si queréis aprender algo.