La cena es un momento muy especial; con esto de los desayunos buffet, tomo desayunos dignos de comilonas romanas y, luego, en las pistas, sobrevivo con una barrita. Luego, como es lógico, se despierta la bestia de las tripas y pide comida... En Baqueria hay muchos sitios chulos. Uno de mis preferidos es el Escornacrabes, un lugar para tomar bocadillos, ensaldas, etc. Yo siempre pido una crêpe de jamón y queso (riquísima).
Cogiendo el coche y bajando por la carretera general nos encontramos a mano derecha con El Pollo Loco, un restaurante que, a pesar del nombre, es especialista en platos típicos africanos. Aquí fue donde cenamos hoy. Sólo para abriros el apetito, pedimos un aperitivo de croquetas ruleta: cinco croquetas, una de ellas muy picante. La idea era que no se podía notar a quién le tocaba esta última... Afortunadamente, yo no tuve ningún problema porque la mía estaba buenísima. Al final, de entre todos los platos que pedimos, me quedo con el postre: una de las mejores tartas de queso que he probado nunca.
Volvimos todos al hotel y a dormir hasta el día siguiente (ninguno lo admitiría en el momento, pero estábamos todos que no podíamos con el alma).
Hasta el próximo post!
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