Ahora soy mayor de edad en todas partes del mundo. Esto significa que ya puedo beber alcohol en los EEUU, que el capricho de "un trocito de chocolate" pasa facturas cada vez más "abultadas" y que ahora, además de "cuando era pequeña" también puedo decir "cuando era más joven".
Cuando era más joven -en septiembre- hice una excursión a Blaubeuren con el curso de alemán para erasmus. Blaubeuren es un pequeño pueblo perdido en el medio de los Schwäbische Alb ("Alpes Suavos"). Como supongo que lo serán casi todos los pueblos perdidos en unas escarpadas montañas centroeuropeas, es un sitio tranquilo, donde la tranquilidad puede respirarse cuando se abren las ventanas por las mañanas, el tiempo tiene su propio ritmo y el frío por las noches, después de cenar un tazón humeante de sopa casera, resulta acogedor. Un cuadro bucólico que la organización del curso se encargó de completar con clases de alemán mañana, tarde y Abend -una palabra que para mí no tiene traducción porque en España, después de cenar, no existe una "segunda tarde" entre la "tarde de verdad" y la noche. Así que, desgraciadamente, no tuve mucho tiempo de sacar fotos para enseñaros como es aquello.
La particularidad de Blaubeuren es su lago, el Blautopf. El agua es tan azul que, a su lado, el mar Mediterráneo parecería gris. Antiguamente se decía que alguien vertía todos los días un tonel de tinta. Parece ser que, en realidad, su especial color se debe a que un componente de sus paredes se disuelve en el agua -lo siento para los aficionados a la geología, pero esto es todo lo que pude absorber después de leer un panel lleno de nombres extraños de rocas que, por mucho que lo intente, para mí no son más que piedras. Muchas historias giran alrededor de este lago, pero la más conocida es la de una sirena que se llamaba Die Schöne Lau.
Aunque se ha convertido en un cuento popular, Die Historie von der schöne Lau en realidad fue escrita por Eduard Mörike a mediados del s. XIX. Narra la historia de una sirena que vivía en el Blautopf, hija de una mujer hmana y un "hombre sireno" del Mar Negro. Die schöne Lau se casó con el "sireno" del Danubio, der Donaunix pero este, al ver que ella no podía reír, la castigó a permanecer en el Blautopf, sin poder dar a luz a ningún hijo vivo, hasta que riera cinco veces de corazón. Un día se le ocurrió a un hombre medir la profundidad del Blautopf. Para ello, cogió una sonda y amarró a su extremo un plomo. La sirena, que estaba sentada en el fondo del lago, vio aparecer la cuerda y distinguió en su extremo lo que en realidad era un diente de Kraken. Como die schöne Lau sabía que tenía propiedades especiales, decidió cogerlo para su marido, de modo que empezó a tirar y tirar de la sonda. El pobre iluso, que en realidad se encontraba -asumiendo que la sirena se encontrara en el punto más profundo del Blautopf- 20 m. más arriba, pensó que el lago no tenía fondo y empezó a recoger la cuerda. Entonces, la sirena ató a su extremo su collar de perlas y unas tijeras de oro y el hombre, al que no le interesaban nada las riquezas, cuando vio que le habían dado el cambiazo no se le ocurrió otra cosa que lamentar la pérdida del plomo. Así fue como nació un trabalenguas sobre Blaubeuren -cuya dificultad radica en que tiene demasiadas vocales y las palabras son demasiado cortas, algo a lo que los alemanes no están acostumbrados.
Y hasta aquí puedo escribir, porque a continuación Eduard Mörike se va por las ramas y empieza a utilizar palabras que no vienen en mi diccionario. Sin embargo, haciendo trampas -es decir, mirando en internet- leí que, al final, die schöne Lau termina riendo con ayuda de una mujer del pueblo, el hombre vende el collar de perlas y su tijera de oro y el diente de Kraken no le sirve para nada a la sirena -lo cual no es nada raro, teniendo en cuenta que un diente de Kraken no es más que un diente de pulpo, pero preferí la palastartigKraken porque le da un aire dramático, mitológico y aventurero a la historia.
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