Hoy tuve, por fin, un día un poco rutinario, de forma que pude concentrar
mis energías en pasármelo bien, en lugar de pensar en lo que haría después. Por
la mañana, una chica en el laboratorio que está preparando su tesis presentó
unos estudios de los que supo cuando estuvo en un congreso de oftalmología hace
un tiempo. Al salir, fui a la residencia, cambié los pantalones largos por una falda un
poco más fresquita y el bolso con el portátil por la funda de la cámara, y salí
a hacer de turista con Emily.
Quedamos en lo que aquí llaman Downtown
que, en mi opinión, no es exactamente el centro, pero bueno, ellos son los que
viven aquí, así que no voy a andar yo cambiándoles los nombres. Por allí vimos
los edificios de la Universidad y nos dirigimos caminando hacia el Quartier Latin atravesando el Quartier International, que es donde están los grandes edificios.
La verdad es que, si me quedara poco tiempo en Montreal y tuviera que elegir,
el Quartier Latin quedaría fuera de
la lista. Con el nombre que tiene, me imaginé algo parecido a lo de París. No
es que no valga la pena ir a verlo, pero tampoco me impresionó. Allí se
encuentra la biblioteca de Montreal, en la que también hay exposiciones a
menudo. Tienes que hacerte miembro para poder sacar prestado material, pero dicen por ahí que tiene un catálogo bastante amplio. Además, también tiene wifi gratis, y ordenadores a disposición de el público en general. Ayer había una exposición sobre Manga que no nos interesaba mucho, así que no nos quedamos y enfilamos hacia el puerto.
La zona del puerto sí que es bonita. Desde allí se puede ver un gran puente que cruza desde una orilla a otra, y que termina en el parque Jean Drapeau, que es la zona del parque de atracciones
y del museo de las ciencias del medio ambiente; por encima de las copas de los
árboles puede verse la noria y una esfera que representa la biosfera. El Circo
del Sol tenía montadas allí unas carpas amarillas y azules con la forma
característica de los circos antiguos. El circo se encuentra en un espigón un
poco separado de la costa, de forma que, entre las carpas y la acera, hay una
pequeña porción de agua. Se pueden alquilar balsas de las que se mueven a
pedales para pasar un buen rato por allí. En el siguiente espigón se encuentran
puestos de bisutería y ropa. Al principio se encuentra también el Centro de
Ciencias, que visitaremos algún día de estos.
Después de ver el puerto, se estaba haciendo de noche y nos dirigimos
tierra adentro hacia la zona vieja de Montreal. Es el lugar más europeo que
encontré hasta ahora en la ciudad, con edificios bajos y calles adoquinadas. En
los bajos no hay más que restaurantes de todo tipo y galerías de arte. Como no
teníamos mucha hambre –yo salgo famélica del laboratorio y "meriendo" a las 17:00 h,
porque no soy capaz de comer casi nada a las 12:30 h, que es cuando aquí hacen
la pausa para la comida- comimos una crêpe en un sitio pequeño y listo. Fue un
paseo agradable para un viernes de tarde.
De vuelta en el metro me sentí muy orgullosa de mí misma cuando ni siquiera
tuve que mirar el plano. Parece que me voy acostumbrando a esta ciudad subterránea -aunque las 500.000 personas diarias que circulan por ella no se la toman en serio, la extensa red de túneles de metro, junto con los centros comerciales conectados directamente con las estaciones, se diseñaron de esta forma para que la gente no tenga que salir a la calle cuando en invierno hay una gruesa capa de nieve cubriendo las aceras. Mediante los 33 km de túneles se puede acceder a, aproximadamente, 1.700 tiendas, 200 restaurantes, 7 hoteles y un estadio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario